Toni Catany. Cuando ir era volver es el título de la exposición que ofrece La Pedrera de Barcelona hasta el 17 de julio que y que es la primera que se celebra tras la muerte del fotógrafo mallorquín en 2013.
Esta exposición reúne 160 fotografías y más de un centenar de ellas son inéditas pero aprobadas en su día por el autor. Catany se preocupó de organizar su legado para que quedara en su tierra natal, las Islas Baleares, y fruto de aquella preocupación es la existencia de la Fundación que lleva su nombre y que ha colaborado decisivamente para que sea posible esta exposición que se celebra ahora en Barcelona.
El espectador podrá encontrar en la muestra un recorrido por los temas que le fueron gratos a Catany, es decir, el retrato, el desnudo, las naturalezas muertas y el paisaje. Además, según explica Antoni Garau, director de la Fundación Toni Catany, recupera una idea de viaje que se había ido perdiendo en los últimos tiempos.
La muestra invita al espectador a realizar un sugerente viaje de ida y vuelta por la cartografía íntima de Catany, desde Roma, Grecia, Turquía, la cultura mediterránea, hasta el Caribe, la India y el Sudeste Asiático, fijada por las propias fotografías o por algunos objetos como las miniaturas de madera recogidas en sus numerosos viajes, que forman parte de la serie fotográfica inédita «Barcas y peces», en la que trabajó poco antes de morir.
La fotografía de Catany no sólo es valiosa artísticamente sino que, además, agrada la vista con una aproximación a sus temas que es claramente atemporal y de vocación pictórica. De hecho, al autor de Lluchmajor, su pueblo natal, se le ha calificado tradicionalmente como neopictorialista. Esta calificación que encontraría su fundamento no sólo en las temáticas y la estética que cultivaba sino también en su amor por la experimentación con los procedimientos y técnicas antiguas del siglo XIX, como el calotipo. Una visión que no sería completa si no dijéramos también fue innovador en su producción material y utilizó, por ejemplo, soportes como el proceso de transferencia de Polaroid o la cámara digital.
Autodidacta, Catany se sentía libre de cualquier movimiento artístico o de cara a la galería y consideraba que sus fotos eran todas autobiográficas, «tanto si hay un cuerpo, como si muestran un melocotón, porque cuando quiero expresarme, las fotos que hago han de salir del corazón».
Vida y legado
Toni Catany (Llucmajor, Mallorca, 1942 – Barcelona, 2013) se fue a Barcelona en 1960 para estudiar Química, pero la fotografía se cruzó en su camino. Realizó su primera exposición en 1965, y desde aquel año hasta el fin de sus días fueron más de un centenar las muestras individuales en todo el mundo que celebraron su obra. Entre los muchos galardones que ha obtenido a lo largo de su carrera está el Premio Nacional de Fotografía, que concede el gobierno de España, y el título de Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres concedido por el gobierno de Francia.
Hacia el final de su vida Catany mostró un gran interés por ver recogida su legadoen una Fundación que rigiera además un Centro Internacional de Fotografía en su pueblo natal. La Fundación Toni Catany, custodia hoy el fondo y la colección del fotógrafo mallorquín: unos 90.000 negativos, unas 900 fotografías positivadas vintage y más de 3.000 copias en papel, además de cerca de 500 fotografías de otros autores que fue coleccionando a lo largo de los años firmadas por nombres como Stieglitz, Man Ray, Joel Peter Witkin, Humberto Rivas o Cristina García Rodero, entre otros.
El futuro del proyecto, sin embargo, es incierto por la inacción del Gobierno Balear que ha sido incapaz de ejecutar todavía la inversión correspondiente a los fondos que concedió el Estado español en 2009 y que se perderán a finales de este año si no se emplean en el objetivo fundacional o si, no habiéndolo hecho, el gobierno no concede una nueva prórroga (sería la segunda) para la ejecución.
