Praga, París, Barcelona, la Modernidad en el Mnac

Hasta el 18 de septiembre el MNAC de Barcelona con la colaboración de Agrolimen, ofrece al público la exposición Praga, París, Barcelona. Modernidad fotográfica de 1918 a 1948 que muestra la riqueza experimental que caracterizó la fotografía de las vanguardias y confronta las obras de los fotógrafos más destacados de estas tres ciudades, importantes núcleos culturales de la Europa de entreguerras.

La revolución artística que tuvo lugar en Praga y en París en ese periodo llegó a Cataluña a mitad de la década de 1920, cuando fotógrafos como Pere Català Pic, Emili Godes, Josep Sala o Josep Masana se adentraron con gran éxito en el camino de la experimentación fotográfica. La exposición presenta 170 fotografías, documentos y películas que incorporaron las innovaciones técnicas, creativas y formales que estaban al alcance de éstos fotógrafos.

Desde finales del siglo xix y hasta la Primera Guerra Mundial, la fotografía evolucionó a remolque de las corrientes pictóricas a fin de elevar la disciplina al nivel de arte y de luchar contra el estigma de ser una simple reproducción mecánica de la realidad. De hecho, la fotografía no se liberó del yugo de la pintura hasta el período de entreguerras, caracterizado por un gran impulso experimental en todas las artes. Desde las aulas de la revolucionaria escuela alemana Bauhaus se apostó por una nueva cultura del espacio que supuso la base de la Nueva Fotografía, surgida en Alemana hacia 1920. Esta corriente proponía una fotografía que intensificara la mirada para poder acercarse al mundo sin prejuicios y la liberaba definitivamente del modelo pictorialista, al considerarla una práctica artística en si misma.

La Nueva Fotografía experimentaba con todas las innovaciones técnicas, creativas y formales que tenía a su alcance, incorporando los fotogramas abstractos, picados y contrapicados, contraluces, fotomontajes, combinaciones con tipografías, copias en negativo y solarizaciones. Desde entonces, la fotografía participó definitivamente de las vanguardias y de todas sus propuestas: nueva subjetividad, constructivismo, abstracción, crítica social y surrealismo.

La aparición de esta nueva fotografía tuvo un gran impacto en toda la Europa central, sobre todo en países como Alemania.  A lo largo de la década de 1920 Berlín fue el protagonista de la modernidad fotográfica europea. La crisis económica de 1929, la consiguiente crisis política y la llegada al poder del nazismo, sin embargo, desplazaron el centro de la actividad fotográfica a Francia. París se convirtió en el punto de encuentro de muchos intelectuales y artistas de todo el mundo, los cuales, con su efervescencia creativa, convirtieron a la capital del Sena en el centro de las propuestas vanguardistas que se fueron sucediendo a lo largo de los años 30.

La creación en Francia de revistas de información general o especializadas ilustradas con fotografías que recogían las últimas innovaciones contribuyó en gran manera a la difusión de esta revolución artística. Difusión a la que también contribuyó el interés que empezaron a mostrar por la fotografía los círculos artísticos más innovadores así como el nacimiento de los primeros salones dedicados específicamente a esta actividad. Además, los críticos empezaron a hacerse eco de las últimas creaciones en este soporte artístico. La suma de todo ello generó el nacimiento de una primera generación de coleccionistas que impulsó un mercado de obras fotográficas y, para dar respuesta a éste, las primeras galerías dedicadas a la venta de fotografías. Fotógrafos de todas partes se dirigieron a París, atraídos por este nuevo circuito de galerías, salones, revistas, libros ilustrados y publicidad, contribuyendo a enriquecerla aún más la vida cultural de esta ciudad.

Con la creación de la Checoslovaquia democrática, en 1918, Praga se convirtió en un foco de modernidad y de ebullición cultural donde se dieron cita numerosos pintores y escultores. Entre los fotógrafos que contribuyeron a convertir la ciudad de aquellos años en un referente cultural, y cuyas obras forman parte de esta exposición, se encuentran Josef Bartuska, Ladislav Berka, Frantisek Drtikol, Jaromír Funke, Jaroslav Rössler, Josep Sudek, Karel Teige o Eugen Wiskovský.

Cataluña se interesó por la fotografía des de sus inicios. De hecho, Barcelona fue una de las primeras ciudades del mundo donde se empezó a utilizar la fotografía, en 1839. Las vanguardias fueron recibidas en Cataluña como una renovación que, en el terreno de la fotografía, se introdujeron de la mano de revistas culturales como D’Ací i d’Allá, publicada entre 1918 y 1936, y de las revistas ilustradas procedentes de toda Europa.

El modelo propuesto por la Bauhaus, que impulsaba un arte integrado que abarcara todas las disciplinas artísticas, llevó la experimentación fotográfica a campos de gran difusión popular, como la publicidad, donde fotógrafos como Pere Català Pic, Emili Godes, Josep Sala o Josep Masana destacaron en su búsqueda de nuevas experiencias estéticas. También Ramón Arissa, Ramon Batlles, Gabriel Casas, Josep Lladó, Carlos Nyssen o Compal se adentraron con éxito en el camino de la experimentación.

Peses a que las nuevas ideas fueron muy bien recibidas en Cataluña, los autores catalanes nunca estuvieron representados en los grandes acontecimientos fotográficos internacionales que tuvieron lugar en aquellos años. La edición de libros ilustrados y monografías de autor, que habrían facilitado su difusión internacional, era prácticamente inexistente, como también lo fueron los trabajos de investigación historiográfica que habrían podido poner en valor las aportaciones realizadas por los fotógrafos catalanes.

Praga, París, Barcelona. Modernidad fotográfica de 1918 a 1948 propone una relectura de la interrelación de las vanguardias fotográficas que tiene en cuenta la aportación de la fotografía catalana, a fin de atorgar a los estos fotógrafos el papel que tuvieron sus creaciones en la fotografía de vanguardia internacional. Papel que, peses a ser bien merecido, no fue reconocido en su momento.

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