Muerte en el metro: nueva polémica sobre la ética del fotoperiodismo

Nueva York, un hombre es arrojado a las vías del metro, un fotógrafo capta los segundos en los que se le aproxima la muerte . Un periódico convierte la dramática escena en su portada. Miles de personas muestran su indignación en las redes sociales.

Nuevamente, una fotografía conmueve la conciencia social y suscita una controversia ética sobre la actitud del fotoperiodista frente a la realidad que le rodea. El debate de ahora es paralelo al generado por la famosa fotografía de Kevin Carter de la niña escuálida observada por un buitre. Aquel también generó un aluvión de críticas contra el fotógrafo, de quien se dijo incluso que el remordimiento le llevó al suicidio (este artículo del suplemento Crónica de El Mundo lo desmiente)

Desde luego, las conclusiones del suceso que causó la muerte al coreno Ki Suk Han en Nueva York no son baladíes:  el miedo amedrenta a las personas, volvemos la cabeza a otro lado cuando un macho alfa maltrata a un semejante, los individuos desequilibrados son omnipresentes en las ciudades, los fotógrafos y los ciudadanos en general captan sus imágenes por encima de todo y los medios de comunicación no permiten que nada les arruine un buen reportaje.

Umar Abbas, el fotógrafo free lance que captó la escena, concedió una larga entrevista televisiva (ver más abajo). Asegura en ella que todo fue muy rápido, que estaba demasiado alejado para poder ayudar, que había gente mucho más cerca de la víctima, que él incluso retrocedió cuando se le acercó el agresor y que simplemente disparó repetidamente la cámara con el flash montado en ella para que los destellos llamaran la atención del maquinista o quizás le hicieran ver lo que pasaba en las vías. Según él, las fotos que captó estaban absolutamente oscuras porque él no ajustó la cámara, simplemente disparó para avisar, no para captar la imagen que luego fue procesada para hacerla más luminosa.

Ese es básicamente su relato y su explicación. Se puede creer o no, se puede pensar que una parte es cierta y otra poco verosímil. Lo verdaderamente importante es la reflexión a la que nos lleva sobre temas como la solidaridad, la cobardía, el amedrentamiento, el miedo, el afán por el espectáculo y la ética de los medios de comunicación y la profesión de fotoperiodista.

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Una reflexión en clave de imagen

Cabe  también la posibilidad de hacer una segunda reflexión  en clave de imagen para poner en valor el inmenso potencial que la fotografía de prensa sigue teniendo para mover conciencias y sintetizar en una sola imagen la esencia de situaciones complejas.

Pese al hermetismo informativo de sus gestores, yo recuerdo al menos dos ocasiones en las que un suceso similar al de Nueva York ha ocurrido en el Metro de Madrid. Imagino, por pura lógica, que lo que ha pasado en Nueva York y en Madrid sucede en el resto de suburbanos del mundo. Sin embargo, hasta que el hecho no ha sido captado en una fotografía periodística no ha tenido una transcendencia mundial… Puede que una imagen sí valga más que mil palabras.

Las filmaciones documentales existen desde la primera guerra mundial, por poner un hito histórico, pero no hay ninguna secuencia fílmica que represente la Segunda Guerra Mundial, Vietnan, la Guerra Civil española… como las fotografías de Robert Capa (desembarco en normandía, muerte de un miliciano) Joe Rosenthal (Iwo Jima), Nick Út (niños tras el ataque con napalm), Eddie Adams (vietcong asesinado de un tiro en la sien) o Agustí Centelles (guardias de asalto parapetados tras un caballo muerto). Algunas de ellas ni siquiera eran imágenes reales de la acción sino representaciones de ella puestas en pié para que el fotógrafo las captara, pero, sin que eso importe, la sociedad ha almacenado esos iconos como la representación de sus recuerdos mediáticos.

La absolutamente real y trágica imagen de los momentos previos a la muerte de Ki Suk Han es ya un icono que nos habla de muchas cosas, que describe incluso nuestra sociedad, su locura y sus aberraciones. Pero además, deja claro que ninguna palabra, ninguna filmación tiene la capacidad de revulsivo y de incrustar hechos en nuestras conciencias que posee la imagen periodística.

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Nota. Muy recomendable la lectura de estas opiniones sobre el asunto de fotógrafos ganadores del premio Pulitzer. En inglés.

4 COMENTARIOS

  1. Actuar o captar.

    La cuestión es esa… La imagen en sí no parece que sea el problema, ya que si ésta se hubieran tomado y difundido a través de las cámaras de videovigilancia no creo que hubiera más debate que la noticia en sí misma (un hombre es arrojado al metro; que es lo que debiera ser noticia en realidad).

    Hombres cayendo desde las torres del WTC de NY… Los cámaras que captaron aquello no tenían posibilidad alguna de cambiar los acontencimientos, por lo que su «conciencia» al hacerlo no revierte dudas. En este caso, sencillamente no sabemos si hubiera sido posible salvar a ese hombre en el tiempo durante el cual tomaba la fotografía. Quizás, sin cámara en la mano, ese fotógrafo tampoco hubiera tenido agallas para hacer algo, como otros espectadores del andén a quienes no parece recriminarse tanto su «inacción» por parecernos comprensible el no saber reaccionar heroicamente (es por eso que cuando alguien sí lo hace se le considera un héroe, porque no es fácil actuar como tal).

    ¿Entonces…? Entonces recriminamos al fotográfo tener la sangre fría de realizar tal fotografía y no invertir esa «energía» en salvar a la persona. Bueno, pues los humanos somos tristemente así, hay cosas con las que nos defendemos fácilmente (una cámara, por ejemplo) y otras en las que nos es difícil actuar (salvar a alguien).

    Naturalmente hubiera sido mucho más bonito que el fotógrafo, u otro espectador del andén, se hubiera lanzado al salvamento y que además un fotógrafos lejano (a quien no pudiéramos recriminar su inacción) hubiera captado la escena.

    Son tantas veces que no hacemos nada ante injusticias que se producen delante nuestro (robos callejeros, timos,…) que no sé hasta qué punto alguien pueda ser considerado culpable de sacar una toma (al menos, ese «alguien» ha hecho ya algo, aunque no haya sido capaz de hacer lo más heróico posible).

    podi-.

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